llorar no es para débiles. (nienna)
charlas a medio camino durante la lectura de "el silmarillion"
Más o menos a los 12 años, descubrí un sector del mundo de los libros que supe que jamás iba a dejar ir: las librerías de segunda mano.
Eran vacaciones de verano, esos tres largos meses en que todo niño argentino explora nuevas maneras de pasar el tiempo. Mamá, nuestra guía en la experiencia, se tomó el tiempo para explicarnos, a mí y a mis hermanos menores, cómo funcionaba la librería –podías llevar libros para vender, y con eso podías comprarte otros– y cada uno preparó su bolsita de cuentos que ya no leíamos para ir juntos a Librería Nacional (así se llama, y hoy, a mis casi 23 años, es de mis librerías más frecuentadas).
Fue una fiesta total. La señora que atendía la librería aceptó casi todos los ejemplares que llevamos, por lo que con el éxtasis de un negocio concretado, nos dimos de lleno a la tarea de encontrar algún libro que coincidiera con el precio que habíamos conseguido juntar.
Como si de un tesoro mágico se tratase, y sin esforzarme por ocultar mi voz aguda y atropellada, grité de alegría cuando encontré el ejemplar (único y un poco amarillento por el uso) de un libro que llevaba buscando meses: El Silmarillion, el gran desafío para los que aman la literatura de J. R. R. Tolkien. A un precio regalado (32 pesos argentinos en ese entonces, que se disminuía porque ya tenía todo cubierto) me fui con lo que sería uno de los libros de mi biblioteca más frecuentados (después de la Biblia).
No sé si recuerdo todo lo que leí por primera vez dentro de esas páginas. Se entremezclan la historia de Beren y Lúthien-Tinúviel (que me hizo llorar y a la vez fanearme con Huan, el perro gigante), la historia de los Silmarils (que más tarde me llevó a crear un fanfiction en el que especulaba que una de esas joyas era el tesoro más preciado de los enanos de El Hobbit) y la hazaña de Eärendil. Pero si de algo quedé irremediablemente prendada, fue de Ainulindalë y Valanquenta, la historia del origen de todo.
Para los que no estén familiarizados con el canon de Tolkien –llamado el legendarium– los Valar son enviados de Erü, el Creador de Ëa (que vendría a ser la Tierra), para dar vida y forma al mundo creado. Son seres con dones únicos, que pueden tomar forma humana, y habitan en Valinor, una tierra más allá del mar.
El panteón de valares de Tolkien, tan similares y a la vez tan distintos a los dioses griegos, nórdicos y romanos, cargados de simbolismos y detalles que dejan anonadado a cualquiera, sigue ocupando mi mente. De chica, los dibujaba, inventaba historias en las que ellos interactuaban con la Tierra Media, le hacía preguntas al libro y releía fragmentos buscando más detalles que ilustraran mi naciente imaginación. Y entre todos ellos, había una Valier (Valar femenino), llamada Nienna, que me atraía inexorablemente.
La descripción que aparece en El Silmarillion la presenta de la siguiente manera:
“Más poderosa que Estë es Nienna, hermana de los Fëanturi; vive sola. Está familiarizada con el dolor y llora todas las heridas que ha sufrido Arda por obra de Melkor. Tan grande era su pena, mientras la Música se desplegaba, que su canto se convirtió en lamento mucho antes del fin, y los sonidos de duelo se confundieron con los temas del Mundo antes que éste empezase. Pero ella no llora por sí misma; y quienes la escuchan aprenden a tener piedad, y firmeza en la esperanza. Los palacios de Nienna se alzan al oeste del Oeste en los límites del Mundo; y ella rara vez viene a la ciudad de Valimar, donde todo es regocijo. Visita sobre todo los palacios de Mandos, que están cerca de los suyos; y todos los que la esperan en Mandos claman por ella, pues fortalece los espíritus y convierte su dolor en sabiduría. Las ventanas de su casa miran hacia afuera desde los muros del mundo.”
Un poco más adelante, hice un hallazgo que en su momento me pareció revelador (no niego ni afirmo haberlo contando en más de una ocasión como dato -nerd- curioso entre mis amigos conocedores de El Señor de los Anillos).
“El más sabio de entre los Maiar era Olórin. También él vivía en Lórien, pero sus caminos lo llevaban a menudo a casa de Nienna, y de ella aprendió la piedad y la paciencia.”
Los análisis que hacen gran parte de los seguidores de la obra de Tolkien coinciden en que, efectivamente, este Maiar (deidad menor a los Valar) no era otro que Gandalf, espíritu con forma humana que recorre la Tierra Media con ropajes de peregrino, llamado también Mithrandir, el “peregrino gris”. El personaje sabio, poderoso y espectacular por excelencia tanto en El Hobbit como en El Señor de los Anillos.
Me desconcertó por completo. ¿Por qué Gandalf elegiría aprender de Nienna? ¿Qué tenía de especial una diosa que se dedica a llorar las penas del mundo? Me imaginaba que un mago tan poderoso como él podría aprovechar más la sabiduría de Manwë, el dios de los Vientos, o de Vardä, la diosa de los Cielos. Nienna es la diosa de las lágrimas; su don es el llanto, la tristeza, tanto que su canto tiñó el Canto Único del principio de los tiempos, por lo que no me parecía lógico que fuera ella de la que Gandalf aprendiera sabiduría.
Una persona en duelo no es precisamente el ejemplo de sabiduría más certero que se nos viene a la cabeza en el imaginario social. La imagen de las lágrimas, al contrario, suele incomodarnos, y la perspectiva del sufrimiento se proyecta, sino como un espectáculo y objeto del morbo social, como una negación total, un “fingir demencia” en el que enterramos esa realidad bajo un escombro de entretenimiento fugaz. Incluso, en muchas ocasiones, llorar se construye como signo de debilidad, vulnerabilidad y falta de dignidad frente a los demás.
Now I would do most anything
(Ahora haría casi cualquier cosa)
To get you back by my side
(Para tenerte de vuelta a mi lado)
But I just keep on laughing
(Pero sigo riendo)
Hiding the tears in my eyes
(Ocultando las lágrimas en mis ojos)
'Cause boys don't cry
(Porque los niños no lloran)“Boys don’t cry” - The Cure
Me hice muchas preguntas a lo largo de los años frente a la figura de Nienna. ¿No hay acaso una profundidad en el llanto? Sí, el dolor es el don que nadie quiere, pero, ¿no es frente al dolor que el ser humano se detiene a pensar y a sentir? O, ¿cuánto tiempo se tarda en aprender a llorar, cuánto se tarda en saber llorar? ¿No nos obligan a veces a llorar frente a algunas situaciones? ¿Acaso el dolor puede llegar a ser algo deseable en la vida? Con mi amigo M. hablábamos acerca de que, a veces, el dolor se convierte en algo dulce de experimentar, un alivio para la carga que nos produce nuestra condena interior (sabiendo que “se hace justicia” por los errores que cometimos), y en algún punto, nos recuerda que estamos vivos. ¿No es acaso la característica principal del dolor, el ser insoportable? Y algo inevitable de pensar, ¿somos mejores o más fuertes cuando ignoramos el dolor?
Hay algunos detalles que destaco de la lectura, que no necesariamente son respuestas, pero sirvieron en su momento a modo de intuición. Nienna es asidua frecuente de las estancias de Mandos, adónde van las almas murientes. Esto deja entrever su cercanía con la muerte, y que por otro lado, tanto su vida como su ánimo están lejos de las fiestas de Valinor (la ciudad de los dioses, que es también donde los elfos de la Tierra Media van a pasar su eternidad). Otro aspecto que resalta es que no llora por sí misma. Su lamento es por las heridas de Arda (la Tierra). Y también, que su voz reconforta, alienta, pero también enseña a tener “piedad, y firmeza en la esperanza”.
A veces siento que la mente busca el equilibrio por sí sola, en medio del caos. En la multitud de ofertas que se exponen en nuestros ámbitos, existen corrientes que evocan el estoicismo antiguo, la resiliencia y la superación del dolor, así como propuestas hipersensibles que animan a vivir con positividad (¿un neo-hedonismo?), evitando cualquier experiencia dis-placentera. Incluso, hay posturas sobre convertir el dolor en estandarte, en reclamo, venganza y exigencia de derechos, tatuándolo en la piel, proclamándolo como centro y sentido de la existencia.
Pero Nienna no me transmite nada de eso. Creo que lo novedoso radica en el hecho de que no llora por ella misma. Su dolor es por el sufrimiento del mundo, su vocación está en fortalecer los espíritus, en recordar a aquellos que ya no tienen quien les recuerde y de esa manera quizás, cantar para los guerreros que cayeron en la batalla y en el olvido del pueblo. Y entonces me pregunto, ¿cuántas veces me he quebrado por el sufrimiento ajeno? No pensando en los videos emotivos que aparecen en el para ti de Instagram, sino realmente llorar con el que llora, doblarme de dolor por el dolor del otro, romperme al abrirme hacia la presencia de quien está cerca de mí. No puedo identificar muchos hitos de esa índole, es más; sospecho que la ironía y la indiferencia son armas actuales para resguardarnos del otro que sufre, para evitar que se nos “contagie” la pena. Pero a la vez, ¿no es esa ironía e indiferencia las que nos vedan la posibilidad de amar?
Amar entonces sí, te acerca al otro, pero también te expone a su dolor, te hace sensible a su sufrimiento, moviliza tu alma y enciende tus mejillas, contristándote hasta el llanto por algo del que ni te preocuparías si estuvieras encerrado en tus propias alegrías.
Esta Valier de corazón elegíaco nos enseña sobre la compasión, y es por eso que Gandalf se parece tanto a ella. Compasión, compartir la pasión del otro, hacer de la vivencia ajena la mía propia, involucrarse. Esa misión no te expone a las fiestas de Valinor, sino a los despojos de un campo de batalla. No te hace bailar bajo la luz de la luna, con los elfos inmortales, sino abrazar las almas murientes que llegan hundidas en la pena. Te hace más cerca a los oprimidos, a los débiles, a los que perdieron la esperanza. Te acerca a lo humano.
Entonces, de ninguna manera, llorar es para débiles.
Nienna nos recuerda que el dolor es parte de nosotros, es fibra del ADN desde el instante en que venimos al mundo. Que evitarlo es como intentar escapar de la muerte y adorarlo, algo necio y sin sentido; solo queda habitarlo. Y que derramar lágrimas es valioso, sobre todo cuando las compartimos con un otro que sufre y se duele a nuestro lado, porque esa pena compartida se convierte en la fragua de una esperanza que no cede a las circunstancias sino que quizás, se fortalece en su sendero.
Permítanme esta asociación. Creo que por algo el testimonio de Cristo que aparece en el evangelio de Juan dice que “Jesús lloró” con la hermana de un amigo muerto. Jesús, el que resucitó, el Señor y Dueño del aliento del mundo, lloró la muerte de un ser querido, doliéndose hasta las lágrimas con aquellos de corazón destrozado. En su divinidad, fue totalmente humano, siendo así la encarnación misma de la esperanza de la vida.
“3 También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. 4 Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación.”
Pablo, apóstol seguidor de Jesús, en su Carta a los Romanos, cap. V versos 3-4.
Quisiera añadir una breve aclaración. El llanto de Niennä no se termina acá, sino que sigue su camino hasta regiones más profundas. Me falta avanzar con la lectura, llegar al desarrollo salvífico de su don, pero recién estoy dejando Valaquenta, la segunda sección del libro. ¿Quizás vuelva a escribir sobre ella en un futuro -los que lo han leído, sabrán sobre Ungoliant, Laurelin y Telperion-, cuando me tope nuevamente con su personaje? Es muy probable.
Por último, pienso que algo por lo cual la mitología de Tolkien se mantiene en pie de forma tan sólida, es porque su construcción está llena de claroscuros, luces y sombras. No evitó la presencia de las miserias humanas, ni las desplazó a un sector irrelevante, sino que las colocó en su pintura, las llamó por su nombre y no tuvo miedo a los abismos insoldables del alma humana…ni a los misterios eternos de Ilúvatar.
En fin. Si llegaste hasta acá, nai Eru valyuva le, querido y misterioso lector (? gracias por acompañarme en un divague más :)
Clari.
Para seguir nerdeando:
La página de El Sr. Bombadil, divulgador de la obra de Tolkien en Argentina, es imperdible, tanto para aquellos que hayan leído las obras como los que no tienen idea y recién empiezan. Recomiendo particularmente ver su canal de YouTube y disfrutar de los fragmentos grabados del Congreso “Fe, Arte y Mito” pero para nuclear su trabajo, les dejo su instagram.
Justo la semana pasada, Pelayo Villanueva publicó en su canal de Youtube un video ensayo sobre Gandalf, y menciona a Nienna. Es un análisis increíble, que creo que puede ayudar a profundizar el tema. (Spoiler: Su michi se roba toda la escena.)
O’ brother, where art thou de los hermanos Coen no es una película particularmente esperanzadora, pero tiene uno de los mejores temas del cine, y te lo dejo acá.
Te comparto algo propio:
Hay pelis que mueven el alma, y las estoy intentando registrar en letterboxd. Por favor, miramos y no juzgamos.
Se acerca otoño, y con esta estación, también mi cumpleaños. No soy muy constante con los rituales personales, pero si algo he mantenido a lo largo del tiempo, fue siempregracias a otros, a las tradiciones compartidas; como la costumbre de leer en otoño con I., mi hermano, nuestra novela romántica favorita -después de Orgullo y Prejuicio. Puedo decir con orgullo que ya llevo cinco años leyendo Enlazados y cada otoño vuelvo a reírme con las mismas páginas.